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ateo poeta

 

Amé hasta las espinas.

Haciendo caso omiso

de las advertencias.

 

Nunca peregriné

en pos del fuego.

Porque el fuego es

mi único trayecto viable,

y mi único atlas

es hipodérmico.

 

Cada bifurcación

me antecede:

es la grieta, el retículo,

la herida átona

de la especie.

 

¿Cómo pretender cercar

lo que se ama y refulge?

¿Obturar su movimiento

inverosímil?

 

Amé las llagas

y las cicatrices,

el humo del olvido

que ya no duele,

el mes de enero

y la intemperie.

 

Este certificado

negro sobre blanco,

blanco sobre negro,

así lo atestigua.

Y que conste

donde corresponda.

 

Fotografía: Harry Callahan

 

 

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