Blogia
ateo poeta

 

Los alegatos a favor

de la revolución

siempre me parecieron

un abrigo de talla

extra grande

y me quedaban,

la más de las veces,

sobradamente holgados.

 

Por mucha necesidad

que tengamos de desinfectar

la cabina de mando

y de repartir

la abundancia

de este insólito paraíso,

no puedo evitar preguntarme:

 

¿quién cocinará y no sólo

por devoción o salario?

¿quién limpiará todos

los espacios

que habitamos?

¿y quién dará de beber

a las plantas de cualquier

edad y condición

-sí, también metafóricamente

hablando?

 

En fin,

¿cómo nos amaremos,

con qué delicadísima

ética de lo cotidiano?

 

0 comentarios