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ateo poeta

 

Al escuchar los gritos

de pánico alegre

que vienen de esa especie

de tiovivo,

del vértigo de ese pináculo

u obelisco, simple caída libre

en la que entrenan

su miedo al placer

o su placer en el miedo,

parque de atracciones

con aromas glaseados,

ausencia

de verdaderas albercas,

omisión

de las acacias floridas,

esplendorosas ruinas

decorativas,

aullidos

como lechuzas,

escamas de la juventud...

te oigo en mí,

vuelvo a oírte

repercutiendo,

vaporosa, como

cantas

tu certeza,

como el ascenso oblicuo

o la desaparición,

como el diente

en el pecho perdido,

como el gemido

de alegre pánico

y amapolas

y cúrcuma

y el universo estremecido,

y me entretengo

con la memoria salada

de esos restos

de goce

y aspiro toda la luz

que has estado agitando.

 

Ilustración: Aleka

 

 

 

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