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ateo poeta

 

Después de haberlo intentado varias veces, la única forma de amar es entregándome como si no hubiera fin ni mañana. Olvidarme de la segura discontinuidad. No se trata de una actuación o farsa o melancolía. Es preciso creer, desterrar el pesimismo en cuanto aceche. Tomar las riendas. Todo es un lapso temporal, los afectos no son mucho más excepcionales en eso. Las creencias en el amor, tampoco. Están tan acotadas como el conjunto de una vida. Al conferirles valores absolutos ensombrecemos sus márgenes de acción, sus capacidades dentro de unos límites que, además, están siempre sobreentendidos para cualquiera que se halle vinculado. La gracia del asunto está en dejarlos en segundo plano, que la desmesura sea soportable. Que no molesten. Las idealizaciones de su inexistencia son incluso más perjudiciales, venenosas, tóxicas. No hay un amor donde alguien me conozca plenamente ni a la inversa. Hay intersecciones. Mutualidad. Respaldarse, restaurarse.

 

 

Fotografía: Chema Madoz

 

 

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