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ateo poeta

 

Tu belleza estaba esculpida

en los filamentos dorados

de las tardes y las playas

lánguidas al margen

del tiempo robado.

 

A tus palabras les precedía

un mar cristalino y verde,

aquel oráculo débil

donde sumergías

tu escéptico afán

de sentido.

 

Después del baño y del beso

y de ceñirme a tu piel

temblorosa, si la nieve

de hoy no divierte

mi memoria,

yacíamos exhaustos

sobre las piedras.

 

 

Fotografía: Stefan Radev

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