deleites retóricos
por causa del absurdo afán por destacar, por conseguir afectos o por preservar su poder, los humanos han inventado lenguajes esotéricos, técnicos, no aptos para profanos ni plebeyos,
se puede pensar que atentan contra lo común, que disparan a la médula de los tópicos, de la comunidad, de la comunicación, o de sus horizontes,
pero también es fácil dejarse embaucar por quienes se atrincheran en el lado de lo simple, lo supuestamente puro, auténtico y popular,
como si la realidad no tuviera varios ángulos, como si no tuviéramos derecho a componer nuestro léxico favorito, a unos segundos de dicha con las palabras que nos deslumbran, o a hacer mofa con aquellas que otros han considerado sagradas,
por eso, hay tres palabras deliciosas y algo mágicas –aunque tecnicismos retóricos, a fin de cuentas- que le vienen al pelo a este espacio,
palíndromo. (Del gr. πάλιν, de nuevo, y δρόμος, carrera). 1. m. Palabra o frase que se lee igual de izquierda a derecha, que de derecha a izquierda; p. ej., anilina, dábale arroz a la zorra el abad.
Pueden llegar a ser cansinos y a perder la gracia cuando se digieren a montones, pero sé de un caso, al menos, (“A torre da derrota”, de Gonzalo Navaza, en gallego) que los hacía entretenidos y poéticos. Aplicado a los números tenemos otro encantador y sonoro pariente cercano: ‘capicúa’.
oxímoron. (Del gr. ὀξύμωρον). 1. m. Ret. Combinación en una misma estructura sintáctica de dos palabras o expresiones de significado opuesto, que originan un nuevo sentido; p. ej., un silencio atronador.
calambur. (Del fr. calembour). 1. m. Ret. Agrupación de las sílabas de una o más palabras de tal manera que se altera totalmente el significado de estas; p. ej., plátano es/plata no es.
“ateo poeta” es claramente un tipo de palíndromo, pero también se podría incluir en la categoría de oxímorons (¿qué trascendencia busca el que no cree en divinidades del más allá?) y hasta en la de calambures, si nos lo tomamos con sorna (en plan dedicatoria a un tal Teodoro: a Teo, poeta)
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