Panero
Suave como el peligro atravesaste un día
con tu mano imposible la frágil medianoche
y tu mano valía mi vida, y muchas vidas
y tus labios casi mudos decían lo que era el pensamiento.
Pasé una noche a ti pegado como a un árbol de vida
porque eras suave como el peligro,
como el peligro de vivir de nuevo.
Vosotros, todos vosotros, toda
esa carne que en la calle
se apila, sois
para mí alimento,
todos esos ojos
cubiertos de legañas, como de quien no acaba
jamás de despertar, como
mirando sin ver o bien sólo por sed
de la absurda sanción de otra mirada,
todos vosotros
sois para mí alimento, y el espanto
profundo de tener como espejo
único esos ojos de vidrio, esa niebla
en que se cruzan los muertos, ese
es el precio que pago por mis alimentos.
Digo yo si este espejo vale para que tú seas
frente a mi imagen arruinada, si este espejo
vale para los dos y si este cuerpo
canta en tu sexo y brilla
algo la cúpula bajo la cúpula del techo,
digo yo si tú quieres que mi vida sea,
ahora que mi alma se quiebra entre los dos,
como por un abrazo.
Te ofrezco en mi mano
los sauces que no he visto.
Leopoldo María Panero, Last River Together
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