contra las máquinas de la impaciencia
¿Dónde la fuerza para la ignición vertical? ¿Dónde el arrojo más blanco para la desnudez?
¿De verdad no soportamos nada? Yo tengo que avanzar hasta aquel tajo, donde las cigarras asierran el vacío con tal denuedo que se pone en marcha el motor de lo imposible.
(Atención, existe también la coquetería del vacío y el narcisismo de lo imposible.)
¿Entonces? Azotar, quizá, con vara verde las nalgas del sistema simbólico.
(Sistemas, empalizadas: convocatoria al salto. Hay puentes para salvar el vacío, y puentes para saltar al vacío.)
Amigo, ¿no te está obsesionando demasiado la sequedad vocálica del otro? Mira cómo aquella cigüeña levanta lentamente la pata izquierda. En el instante preciso de comenzar a hablar, ¿dónde nos apoyamos?
La poesía, motor de vida. La vida, motor de sí misma.
Hilo: el que cose los párpados es, a veces, el mismo que guía fuera del laberinto.
(Atención, el tatuador soñaba con los esquemas del exterminio.)
Entre el polo del vacío y el de la senda exhausta, una enérgica deflagración libera fresca fuerza para el cambio.
Tatuaje u oración de la espesura: vivir con poco para amar con todo.
Jorge Riechmann, Conversaciones entre alquimistas
1 comentario
polikarpov -
Inmadurez, vaya piropo, te envidio. Tras la madurez llega la podredumbre. O eso dicen mis manzanas.
Releo un libro para inmaduros o para adolescentes. Y qué. Es delicioso:
¿Cuándo he experimentado yo por primera vez ese abandono que es posible entre dos personas? La quietud que sentimos cuando estamos solos, esa certeza de nostros mismos en la serenidad de la soledad no son nada comparadas con este dejarse llevar, ese dejarse llegar y dejarse hablar que se vive con otro, en cómplice compañía ¿Cuándo he experimerntado por primera vez esa relajación feliz en presencia de un hombre?
Hoy es la primera vez.
Mureil Barberry, La elegancia del erizo.