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ateo poeta

permutaciones

permutaciones

 

 

Casa vacía,

falanges despellejadas

por empaquetar los días.

 

Paredes diáfanas

y tristes como océanos

y ballenas y deudas de amor.

 

Conviene que se ventilen ahora

que nos mudamos.

Otra deriva, otra piel.

 

Reanudaremos

lo que nos acuciaba (¿ya evanescente?).

En nuevas estancias

de luz oriental y cenital, a espuertas.

 

Con reverencia

a la música celestial de cada noche.

Devolvemos las llaves.

 

 

 

2 comentarios

ateopoeta -

Unas las sentimos más que otras, pero a mí me reconforta muchísimo cada vez que llego a una casa en la que descanso, pienso, contemplo la vida por la ventana. Es más que una necesidad, casi una extensión de mis extremidades y mi piel (la tercera piel, la llaman).

Por eso, dejar unas y entrar en otras es un paso brusco que puede producir astenia estacional o un agradable entusiasmo. Claro que las casas nunca las sientes solas sino acompañadas de muchas otras historias en la vida...

Esta mudanza, al menos, ha traído unos cuantos versos de regalo y una maravillosa y templada primavera.

Graias, aviador, por tanta retroalimentación.

polikarpov -

Es muy dificil sentir una casa tuya. Yo suelo sentir más mías las casas de los otros, de los amigos, de las amigas. Solo he sentido una vez mía una casa. Y hace más de diez años que no he vuelto a dormir en ella. Inmensa melancolía.