Invernando los escaramujos a nuestro
paso, por dorados caminos de légamo
y horizontes de púrpura meditación.
Venían las cigüeñas coronando las
aspiraciones a planear ligeros de lastres,
a seguir los cursos desbordados del
agua.
Al ágata profunda de todo ese verdor
reflejado le musité como un niño libre:
fíjate qué estrellado silencio, cuán lejos
se proyecta esta armonía de ahora.
Nací para que perduraran las ascuas.
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