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ateo poeta

 

Invernando los escaramujos a nuestro

paso, por dorados caminos de légamo

y horizontes de púrpura meditación.

 

Venían las cigüeñas coronando las

aspiraciones a planear ligeros de lastres,

a seguir los cursos desbordados del

agua.

 

Al ágata profunda de todo ese verdor

reflejado le musité como un niño libre:

fíjate qué estrellado silencio, cuán lejos

se proyecta esta armonía de ahora.

 

Nací para que perduraran las ascuas.

 

 

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