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ateo poeta

despedida

despedida

Una persona próxima, compañero al que he frecuentado menos de lo que quería y a quien admiro por su ingente esfuerzo intelectual y activista, se está muriendo. Ahora sí, de forma irrevocable porque ha decidido prescindir de los tratamientos agresivos contra el cáncer que soporta estoicamente desde hace siete años. De nuevo, su lucidez me ha hecho mella. Sus últimas palabras que he recibido comunicando su decisión de tener una muerte digna e, incluso, de hacer antes una "celebración de la vida digna" con las personas cercanas, me han conmocionado. No ha escatimado en detalles acerca del proceso que le ha llevado hasta ese punto triste y, a la vez, valiente. Hasta en los peores momentos de la vida es posible mirar cara a cara su finitud. Es un ejemplo más de alguien que ha luchado siempre por mostrarnos los caminos de una autonomía radical (no una simplificada, abstracta, voluntarista, individualista e hipócrita idea de libertad) tanto en el plano personal como en el social y político (el lema de lo “personal es político” -y a la inversa- tal vez constituya el fundamento más esclarecedor de una visión antipatriarcal y antiautoritaria del mundo). Una autonomía que sólo es posible con plena conciencia de los límites destructivos del sistema capitalista en el que busca desplegarse, y de las penosas contradicciones que arrastra en su seno. Por eso su escritura, sus textos y sus brillantes análisis nunca han cejado de destilar sinceridad, sensibilidad hacia sus semejantes, autocrítica, un afán constante por conocer todo de forma realista y dialéctica -interrogándose por las posibles evoluciones de nuestro devenir colectivo- y una denuncia sin ambigüedades de los mecanismos y clases sociales que reproducen nuestra dominación. Y casi todo ese trabajo ha sido accesible, reproducible y compartido sin ninguna ambición lucrativa por parte de su autor. No he tenido la oportunidad de conocer más en profundidad a Ramón Fernández Durán en su vida privada -como en su día me ocurrió con otro profesor que trazó muchos de mis actuales caminos, Jesús Ibáñez- pero cada vez que lo encontraba en una manifestación de protesta o en algún evento académico reconocía un gesto y una pasión que me reconciliaban con ese sentido de la vida del que, de alguna forma más o menos ilusoria, no podemos dejar de dotarnos. Coherencia, integridad moral, racionalidad, en aras de la emancipación de toda servidumbre y de toda depredación del orbe que nos nutre. No sé si Ramón, tan amigo de las ciencias como de las letras, encontraba en la poesía el resuello y la sublimación que me proporcionan a mí, pero le dejo aquí, en gratitud, algunos de los versos de René Char, aquel gran luchador místico (y ateo, no obstante):

 

“CALENDARIO. Ligué mis convicciones unas a otras y agrandé tu presencia. Otorgué un curso nuevo a mis días, adosándolos a esta fuerza espaciosa. Despedí la violencia que limitaba mi ascendiente. Tomé sin estruendo la muñeca del equinoccio. El oráculo ya no me avasalla. Entro: experimento la gracia o no la experimento.” (del libro Furor y Misterio)

3 comentarios

Tomás Rivero -

DISCULPA LA DUPLICIDAD EN LA PUBLICACIÓN DE MI COMENTARIO.

Tomás Rivero -

La decisión de este hombre, amigo, o compañero próximo a ti, es valiente, muy valiente. No tengo palabras. Para él y para ti dejo estos versos de
José Miguel Ullán.
...........
bien sabes que el espanto será en todos igual
pero alguno hallará entre los clamores un invierno
sin dioses
la palabra indecisa y deseada.

Anónimo -

La decisión de este hombre, amigo, o compañero próximo a ti, es valiente, muy valiente. No tengo palabras. Para él y para ti dejo estos versos de
José Miguel Ullán.
...........
bien sabes que el espanto será en todos igual
pero alguno hallará entre los clamores un invierno
sin dioses
la palabra indecisa y deseada.