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ateo poeta

 

En esa fotografía todo es tuyo:

la edad plena, la sonrisa justa,

el marco, acaso soslayado, y mi

mirada torrencial que cultiva,

silente, tu algodón nativo.

Porque divergen las trayectorias

como el polvo en el borde de

la materia, porque he adiestrado

los anhelos por necesidad de

un animal de compañía:

puedo conformarme con el

préstamo de tu luz en ese instante

subjetivo. La imagen del amor

propio desprende una inmanencia,

olorosa y estupefaciente, que

envidio con ardor. Desde el gesto

dulce gobiernas el caudal y las

crecidas, es suficiente, te alimentas

de un cereal eterno, rebosa de

confianza tu carnalidad, me

someto a esa respiración fácil.

 

Fotografía: Jacques-Henri Lartigue

 

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