Todavía hay tiempo para invocar
la desnudez aleccionadora.
Tiempo para perseverar en la matriz
donde crepitan las dádivas
y sus océanos de cuerpos flotantes.
Hay muchos días inalienables y noches
de blanca bóveda para la fidelidad
con la sustancia y la llama.
Mis manos pueden temblar, es lo justo,
y pueden leer a tientas al ser virtuoso
que amaron, su piel húmeda
en la memoria indeleble.
Lo que nadie puede arrebatarme, empero,
es la coagulación del néctar,
el inagotable albedrío.
Queda mucho tiempo -nadie puede concluir
un juicio contable- tiempo para jalonar
de deseo y sabiduría cualquier
gesto de cansancio.
Fotografía: Francesca Jane Allen
2 comentarios
ateopoeta -
gracias por leer con el fuego en los ojos
Leo -
Me encanta.
Besos y Versos.