Darnos tiempo y espacio para la mutación,
dejar de ser para ser, que nuestro rostro se enardezca
de nuevo.
Darnos transparencia a medida de la luz que somos capaces
de digerir.
Darnos la sucinta y leve forma de la libertad, la bandera
blanca.
Darnos música como flores, palabras como ternura,
soledad necesaria como el exilio de la mariposa
en el volcán dormido.
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