¿Por qué nadie le exige a la brizna
que ceda su identidad volátil?
¿Por qué nos empeñamos en la incisión
y en la llaga cuando esa piel que muta
tan solo demanda nubes?
¿Por qué la transparencia
de lo oscilante y de lo voluble
despierta espadas como labios?
¿Por qué lacera el verbo al embrión,
qué fustiga a la crisálida amaneciendo?
Ilustración: José Noriega
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