Has olvidado las primeras brazadas, la angustia,
la caricia del agua, las instrucciones
y, sin embargo, sabes nadar.
Te has sumergido en una vida anómala, en palabras
que no alcanzan nunca a atisbar lo inefable,
aunque emulsionan, ungen, aderezan
la equivocación.
Nadar o volar entre los pliegues inconscientes.
Reconducir la trayectoria, postular
la deriva propicia.
Fotografía: Trevor Watson
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