Me convidaste a bailar en la seda del crepúsculo,
a entablar un extremo diálogo con la naturaleza inerte
del dolor, a resguardar con mimo los filamentos
de belleza que asoman entre la mugre.
Al objeto de suturar lo escindido.
En la misma brigada de resistencias al oprobio,
cercados por el mismo fuego.
A destilar la luz verde de la turbulencia.
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