un poema de Juan Carlos Mestre
sé que la vigilia será larga y yo no tengo a dónde ir,
si al menos tú estuvieras viva en la desobediencia de quien no ha hecho ningún pacto
y yo pudiera acostarme a tu lado y no soñar que estoy contigo como un clavo hundido en la madera dormida,
si al menos cada huella fuese un signo, una claridad de algo allí donde pisaste, un hueco de mar al que arrojarme,
oh si al menos mi corazón rodase como una moneda hasta llegar a tu mano, hasta llegar junto a ti como el agua que lava tu ropa, el aire que respiras como luz que no tengo,
si al menos yo fuese el desconocido que volviera a encontrarte y no el que se despide y atraviesa sin mirar las calles y en ningún lugar fuera de ti encuentra ya refugio,
si al menos me escucharan los vendedores de flores y los guardias de tráfico, cerraran las pérgolas, se detuvieran los automóviles, nadie fuera ya a ninguna parte y todo se negara a existir hasta que tú volvieras,
hasta que tú amor del mundo derribaras los muros, entraras como un vendaval en los palacios, arrasaras con ternura las piedras
Juan Carlos Mestre, La tumba de Keats (1999)
Fotografía: Cintia Massafra
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