Va siendo hora
de tomar cartas en el asunto:
somos animales heridos
y a la intemperie,
quién puede prescindir
de la más mínima y leve
insinuación
de la sutura.
Imagino el ciclo de la flor
indeleble.
Bajo qué arcanas instrucciones
se desliza
una discontinuidad
sin cuerpo.
Esa figura venenosa y brutal
de olvido
sólo alimenta
espectros y oráculos de ayer.
Extremar el cuidado
también de lo que se anuncia:
otro fulgor.
Fotografía: Imogen Cunninghan
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