Hoy toca recordar la lección
de Roman Jakobson acerca
de la función metalingüística.
Aunque sea duro reconocerlo,
por debajo de los abalorios
y de los juegos de palabras,
escribo para que me quieras.
Tú, sin embargo, aceptas
el poema como irrefutable
prueba de amor.
De ahí que surjan tantos
malentendidos.
Fotografía: Erwin Blumenfeld
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