Con las piedras hablar
y con las fachadas tristes y caducas
y eludir el parpadeo mecánico
de los semáforos porque, si no,
apenas vería quién los cruza.
Sea locura propiamente o llano
desapego de las figuras bélicas
del mundo, hablar con el júbilo
celeste que se disemina
y con la virtud del agua.
De estas conversaciones con lo material
dar cuenta en caso de ser interrogado
por las cicatrices.
Fotografía: Dimitar Variysky
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