Cuando algunas mañanas
soleadas me asomo
a las aciagas páginas
del periódico
y compruebo cómo surgen
más casos de corrupción,
cómo nos siguen apretando
las clavijas quienes gozan
de salarios astronómicos,
y cuánta palabrería sucia
llena sus bocas bien
amaestradas,
me felicito a mí mismo
por conservar unas dosis
de cordura.
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