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ateo poeta

 

Parecen buenos chicos, jóvenes,

fornidos, sin pelos en la lengua,

seguros de sí mismos, quejándose

de lo mal que está el gimnasio

público.

 

Lástima que sean policías,

que su sexo viril aparezca

en una de cada tres palabras,

que se mofen de los pesos

pluma y que aboguen por

privatizar las instalaciones

municipales.

 

Si pudieran, te daban

el abrazo del oso.

 

 

Fotografía: Alvaro Minguito

 

 

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