Me senté a descansar en el borde
con las piernas dentro del agua,
unas olas inofensivas refrescaban
las decenas de azulejos pequeños
alrededor de mis manos, miles
de brazadas perseguían su destino
y salpicaban al unísono, por doquier,
una bañista nadando armónica
en el líquido elemento toca la pared
bajo mis pies, los observa por unos
segundos, toma impulso y su cuerpo
húmedo se aleja buceando,
alargado y hermoso, desfigurando
el tiempo, sin nada más que decir.
Fotografía: Adriana Varejao
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