Quiero que me comprendáis:
yo no soy mejor.
He odiado como la piedra inerte.
He desatado cabezas de tormentas
y me he suicidado
sin éxito
en incontables ocasiones.
Cuántas veces no
he mirado abajo y me tragué
la compasión.
Pero no os equivoquéis:
mucho más ruines
esos que cerraron los candados
de vuestras bocas.
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