Son los asiduos.
Les delatan sus rostros
impacientes, sumidos
en la evasión.
Hacen tiempo,
matan el tiempo
antes de volver a entrar
en la sala de los sueños.
Planifican minuciosamente
cada próxima película
en función de su parca
sinopsis.
Merodean alrededor
de la taquilla
y en los aledaños
de ese hipnótico edificio.
Los reconozco al instante
porque a mí también
me han atraído siempre
esas mismas fuerzas
oscuras.
Fotografía: Carl Westergren
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