Mi ajuar
no está formado
por demasiadas
pertenencias,
y ninguna
que merezca
heredarse
pues se trata
de bienes
sustraídos
a la mera
contemplación.
En realidad, sé
que todas esas
bicicletas rodando,
la mirada sincera
del deseo,
el pálpito
de los libros
entre mis dedos,
el clamor
de los días
transparentes,
las ciudades
demorándose,
la sed
de justicia
y los añorados
sabores
como un milagro,
permanecerán
aquí,
poco importa
cuándo o adónde
me vaya.
Conservar
su memoria viva
es el único presente
que acepto
sin objeciones.
Fotografía: Max Cardelli
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