Ir por la calle
y dejarse acariciar
por las miradas de deseo.
O imaginar que te desean,
que es exactamente igual.
Estas altas temperaturas
estivales es lo que tienen.
Se te suben a la cabeza
y te crees que la felicidad
es abundante.
Ir por la calle
y dejarse acariciar
por las miradas de deseo.
O imaginar que te desean,
que es exactamente igual.
Estas altas temperaturas
estivales es lo que tienen.
Se te suben a la cabeza
y te crees que la felicidad
es abundante.
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