Por alguna extraña razón
se congregan en el mismo claro
del parque.
Las cometas se enredan en las copas
de los árboles o los hilos que las unían
a la tierra con unas manos
y un aliento,
se entrelazan con una fatal
consecuencia.
Las que sobreviven a la fragilidad
del ascenso se persiguen y besan,
otean su propio horizonte
y algunas deciden alejarse
infinitamente,
para siempre.
Entonces sabes que lo más bello
nunca te pertenecerá.
Ilustración: Julie de Waroquier
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