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ateo poeta

 

Aunque eso del ecuador de la vida

es una ficción estadística que solo sirve

para satisfacer el vano optimismo

de nuestro ego,

 

una vez que lo superamos

nuestra heroicidad se vuelve cómica,

las ambiciones de antaño, una mota de polvo,

se oxidan los engranajes y la memoria, sí,

va siendo horadada por necesidades

mucho más perentorias.

 

Únicamente queda un difuso bienestar

de vuelo, la razón salvaje curándose

a la sombra como la carne herida

y un manual propio de instrucciones

que nunca se acaba de corregir.

 

Repasas, entonces, tus historias de amor

y sabes que a ese respecto ya no

vas a dar más consejos inutiles.

 

 

Ilustración: Christine Wu

 

 

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