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ateo poeta

 

Yo no sé

qué voy a hacer con mi dolor.

 

Dejad

que nieve, es el oro.

Abrid

las palmas con rabia.

 

Yo no sé

con qué propósito se sufre

al modo antiguo.

 

Quién silba,

qué te van a dar

en consagración.

 

Intentaron persuadirme:

es gratis y cálido

y a mí me apetecían los árboles.

 

Dejad que la nieve tiña

las palabras en la garganta.

 

Yo estoy indefenso,

no poseo marfil.

 

La mujer que se manifiesta

bebe lentamente.

 

Una conmoción

turquesa, eso sí

que surte efecto.

 

Las horas bajo rasante

yo no sé

por qué duelen multiplicadas.

 

Apagad

esos candelarios

o el desierto atacará

de nuevo.

 

Hablo como la omisión,

una gama de nieves.

 

Desde el limbo absoluto.

 

Las señales están equivocadas.

Yo objeté

pero nadie vive en éxtasis.

 

Este sentimiento es difícil

y es difícil que sea reparado.

 

Encriptais

la música pero estáis en huelga.

 

Y cómo se amnistía

este fuego en un conjunto

vacío.

 

Cumple con tu presagio.

Para qué escorarse

más.

 

 

Fotografía: Alexey Dubinsky

 

 

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