También hay días
en los que no me gusta
ninguna mujer.
Por su inconsciencia
de clase.
Por insistir
en el maquillaje
y lo superficial.
Por su delegación
en las pérfidas
instituciones.
Por pensar
que la política
o que el feminismo
no son
de su incumbencia.
Por sus tabúes.
Por afiliarse
a los relatos
hegemónicos.
Por no consumir
flores ni nubes.
Por haberse olvidado
de jugar
y de andar
en bicicleta.
Por darme largas
y calabazas.
Ya sabía que no eran
perfectas
-ni falta que hace-,
pero nunca pensé
que llegaría a volverme
tan tiquismiquis.
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