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ateo poeta

 

Érase una vez

un cuaderno

de poesía.

 

En las páginas impares

constaban los versos

más desgarrados

de pasión

y deseo carnal.

 

En las pares

se inscribían

las lamentaciones,

amarguras y otros

efectos secundarios

de la resaca

amorosa.

 

Nadie supo jamás

si el autor encontró

una paz a su gusto

en las abundantes

páginas en blanco

que dejó por

escribir.

 

 

Ilustración: Guido Crepax

 

 

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