Por mucho que te dé
ni por asomo
serán satisfechas
tus necesidades.
Y otro tanto sucede
en sentido inverso:
por eso el amor
es un lujo asiático.
Ni más ni menos
merecido.
Sustituible
e insuficiente.
Inútil, contabilizarlo.
Una necedad,
su acumulación.
Con estos mimbres,
al final,
no quedan muchas
escapatorias:
aprender
de su naturaleza
excesiva y benigna,
no menos
que a despedirlo
en cuanto amenaza
con una tormenta
tropical.
Fotografia: Igor Termenón
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