Tu voz lacónica
al otro lado
del teléfono.
Ni siquiera
un par de preguntas
de cortesía.
Huyes del amor
como si fuera
un delincuente
al acecho.
Sería una estupidez
repetir
los efectos secundarios,
debes pensar.
Cuando nos vemos
eres directa
y calculadora
y esa bestialidad
nos vapulea
en lo más oscuro.
Sé que has trabajado
duro.
Tu obstinación.
Enseguida me quedo
en silencio,
a solas con mis cuatro
paredes.
Esas son tus leyes
y reconozco
su plena
vigencia.
Fotografía: ateopoeta
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