Era demasiado perfecta
y transparente.
Un pedazo de pan.
Lista como el hambre
y la revolución
verde.
Sus ojos demolían
las murallas
de lo absurdo.
Ningún otro ser
más admirable:
dueña
de su equilibrio.
Me temo
que a una diosa así
poco le iluminará
un satélite
a la deriva.
Fotografía: Paco Cuenca
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