El primer día
coqueteamos
(abiertamente,
sin disimulo).
El segundo
me pregunta
si vivo solo.
El tercero
se lo pregunto
yo (pues no fui
rápido de reflejos).
Las respuestas
son difíciles
en ambos casos,
pero la suerte
ya está echada.
La próxima vez
que nos veamos
uno de los dos
descubrirá
sus cartas.
Fotografía: Xyza Cruz
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