¿Se puede amar
en una lengua extranjera?
A ella no le importa
chapurrear algunas palabras
en la mía.
Me llama en femenino
y mezcla términos en francés
o sacados de canciones
brasileñas.
Le quita hierro al asunto.
Yo le traduzco simultáneamente
algunas películas cortas
o poemas
y aplaude y comenta al margen
como si una preciada verdad
filosófica hiciese
su aparición
en ese justo momento.
Después me quedo solo
con mi lengua
y ya no sé cómo pienso.
Hasta el ruido del tráfico
que sube de la calle
se mezcla
con mis lecturas.
Y divago y dudo
más de lo habitual
pero ella no puede percibir
que todo se debe
a estas tontas
preocupaciones,
a no ser
que le ocurra lo mismo.
Fotografía: Xyza Cruz
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