El amor hace aguas, se oxida, trastabillea
con las fechas olvidadas y las cumbres
de tanto por ciento. Se muere
en la ducha, es un panteón de insignes
caídos por un imposible, el barbecho,
la reconfortante ausencia de madre.
Vaga y solicita auspicio forense o es que
acaso podría hacer virtud de una necesidad
imperiosa y siempre traicionada.
Dice la palabra seca y en cualquier
momento purifica.
No hay mejor boceto de la santa
locura de cada día.
Fotografía: Sofía Santaclara
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