Los estuches metálicos de pastillas
de toda índole yacían consumidos
en la basura.
Los encontré por casualidad, al irme.
Tenía una sonrisa joven y carnosa.
De los muros colgaban sus propios cuadros:
colores intensos, piezas rotas, enigmas.
Caminé despacio sobre la madera, sin hacer
ruido, abandonando aquel país.
Fotografía: Miguel A. Martínez
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