He intentado practicar la paciencia
y la quietud que brotan de la rama,
confraternizar con los seres alados
y con el fuego de los metales.
Me he dispersado por los bazares
con sus cuerpos de espejismo
y góndolas que conducen
a cualquier sombra e intemperie.
He sido distante e ingenuo al creer
en la huida del ojo de la tormenta,
en el renacimiento de los órganos
a través de la palabra roja y alveolada.
He invocado el amanecer turgente,
la ebriedad de las insurrecciones,
la luz que hiere a pesar del hambre
y de los baldíos artificiales.
Todo ha sido en vano
pero aún queda tiempo
para seguir insistiendo.
Fotografía: Robert Mapplethorpe
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