Aunque no me crean,
yo la vi.
Domando los silencios
agudos.
La vi en su opacidad
deslumbrante, quién le
musitaría el galope.
En la fecha señalada
se duplicaría su mujer.
Las mariposas de su estómago
producían ardor transeúnte.
Siempre que venía hacia mí
su representación,
yo alcanzaba a oler su pelo
húmedo de bosque frondoso
meridional.
Fotografía: Miguel A. Martínez
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