Para escribir poemas
me ayuda mucho el estado
de enamoramiento salvaje.
Tanto como la conciencia
de soledad radical,
aguas turbulentas donde
las haya.
Supongo que la madurez era eso.
Cincuenta por cien
de optimismo sin garantías,
cincuenta por cien
de severa incredulidad.
Fotografía: Miguel A. Martínez
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