Volvemos a la montaña rusa.
La paz nunca dura cien días, esa rama
tan quebradiza y expuesta a que la parta
un rayo.
Desde el principio nunca me hice ilusiones
y siempre me hice ilusiones. Porque no hay
otro camino que la contradicción.
O el campo a través.
Es curiosa la excitación que produce la pérdida.
Anticiparla. Como asir un hierro al rojo vivo.
Después, en lo inmóvil,
me quedará tu inercia.
Fotografía: Pavel Kiselev
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