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ateo poeta

 

Volvemos a la montaña rusa.

 

La paz nunca dura cien días, esa rama

tan quebradiza y expuesta a que la parta

un rayo.

 

Desde el principio nunca me hice ilusiones

y siempre me hice ilusiones. Porque no hay

otro camino que la contradicción.

O el campo a través.

 

Es curiosa la excitación que produce la pérdida.

Anticiparla. Como asir un hierro al rojo vivo.

 

Después, en lo inmóvil,

me quedará tu inercia.

 

 

Fotografía: Pavel Kiselev

 

 

 

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