Mis musas
son de carne y hueso.
Me visitan si cocino para ellas
hasta la saciedad.
Son golosas. Van a su aire.
Desnudan mis artificios
y torpezas. Aletean. Cumplen
su misión.
El amor, insisten, es perecedero.
Debería acostumbrarme
a la intemperie.
Fotografía: Chema Madoz
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