Un día gris y lluvioso, de esos que piden
más y aire y ternura dentro
de lo posible.
En el comedor y no sorteando nubes
porque los arquitectos apenas permitieron
atisbar metros cuadrados
del afuera,
oigo a los pájaros astutos
e invencibles,
una música que mitiga y añoro.
El hechizo expira en cuanto asoman
los porteadores de la cocina en pie
desde las seis
de la mañana,
trasladando enseres y alimentos
en sus carritos
oxidados.
Regreso a la oficina y calculo
el balance que arrojan los verbos
satisfacer, planear, dar a luz
un instante de evasión.
Fotografía: Mai Oltra
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