Se abre una ventana sin querer.
A la barbería del piso de abajo, a ras de calle,
le han salido goteras
aunque tiene unos verdes sillones americanos
de los años cincuenta.
El cajero del supermercado, con su tatuaje chino
franqueando el lóbulo inferior de la oreja,
anda desesperadito
cuando el papel se atasca y en la cola
se enfurece el personal de todas las etnias
y generaciones.
Es un día soleado y en llamas y elefantiásico y púrpura
y quiero y sí puedo y el amor entra
por la ventana y la pobreza es un achaque
estructural.
Fotografía: Jan Saudek
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