Sólo en la canción prohibida oyes rugir
un volcán en tus oídos.
Los muslos dóricos aplazan la asamblea
de las aguas. No hay que precipitarse,
escampará.
Nido, unión rebelde, crisol de antiguas fuerzas.
Secciones de mí desaparecen de la vista.
La noche ámbar como ímprobo silogismo:
lo que el corazón ve.
Te aproximas incesante y pectoral y pélvica
y la ley general
proclama
abundancia, vítores, boca de riego.
Doy crédito a la muda erupción.
Voluntad, abrazo.
Mamíferos.
Fotografía: Ash Thayer
0 comentarios