El siguiente paso
es acercarnos a vivir
en la misma zona horaria.
Se acabarán los mensajes
a horas intempestivas.
Echar cuentas.
Madrugar el domingo.
Los largos trayectos
que parecen
de ficción.
Después, a tocar el cielo.
(Como tantas veces antes.)
Fotografía: Benoit Courti
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