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ateo poeta

cirugía cardiovascular

cirugía cardiovascular

 

Abrir el corazón

es una operación de alto riesgo

pero, también, con benignas propiedades.

La palabra sincera,

la que vincula y entrega,

es suficiente para exponer el pálpito.

 

                                  (No hay prisas

                                  ni una rutina.)

 

Ese músculo milagroso, esa vida única

vale todo por sí misma.

Sabrá cuándo ha llegado el momento justo.

 

Nos abriremos el corazón

y una mano exquisita recogerá

                                                     las verdades

                                                     en su cuenco.

                                                     Escuchará

la corriente fluvial

de la alteración de la conciencia.

 

Se trata de una comprensión

filosófica.

La séptima maravilla de la sanación.

Operemos, pues, con discreta delicadeza

como si estuviese en juego

el mecanismo rotatorio de la tierra.

 

Meditando

                  desde la baliza donde equidistan

                  nuestra vejez y nuestra infancia.

Abrir

         nuestra carta de navegación

         y nuestras ilusiones necesarias.

        (Ese tesoro.)

 

Y sentirnos unidos y enraizados,

ligeros y floridos

                             (materia transcendente).

                             Una estirpe híbrida

fruto de tantas transfusiones.

 

Esperando pacientes

el momento justo.

La palabra fiel

como la sangre que mueve

nuestras fuerzas prodigiosas.

 

En cualquier espacio

donde nos dispongamos

                                           al edén.

 

 

1 comentario

polikarpov -

A veces tan difícil. De nuevo por no abrir el corazón no estoy hoy en otro lugar, en Paris, paseando de la mano del amor. Suena cursi, pero en realidad es un placer, sobre todo ahora, en primavera.

Desde luego la revolución química del amor en el cerebro obra milagros hermosos como este poema, de una calidad literaria y una calidad afectiva excepcionales. ¿Porqué no venden esa química en pastillas?. Además abrir el corazón es muy productivo, muy creativo, muy renovador. Siempre intuí que Marx no decía toda la verdad y que el motor del mundo no es solo el dinero o la ambición.

Mi metáfora del amor es la selva, un amazonas, caminas perdido, por senderos apenas sospechados, descubriendo a cada paso lo nuevo, siempre fascinado, embriagado del entorno, sospechando que ese espacio es inmenso y que nunca abarcaremos más que una minúscula porción. Hay en él animales salvajes, fieras, enredaderas, milenarios árboles gigantes del árbol de la ciencia, podemos taxonomizar cada descubrimiento o bien dejarnos llevar, perdernos, pero si salimos de la selva: peligro, si descubrimos sus límites perderemos del amor, la selva será ya, solo, una mancha verde en un mapa lejano de nuestro pasado.